Por Reynaldo Mariqueo - 17 de noviembre, 2007
En
primer lugar me parece importante hacer notar que la visión popularizada que
hoy se sustenta sobre la formación del Reinado y del Rey Orélie Antoine tuvo su
origen desde las más altas esferas de los Gobiernos de Chile y Argentina. Por
lo tanto, el hecho que dicha versión haya sido promovida por una de las partes
interesadas que -como sabemos- tenían previsto planes de conquista del
territorio de
Por
otro lado es justo reconocer que los portavoces de los estados chileno y
argentino tenían y tienen todo el derecho de promover teorías destinadas a
explicar o justificar la anexión del territorio mapuche a dichos estados,
evento concretizado décadas ulteriores a la formación (en noviembre de 1860)
del Reinado Mapuche. Sin embargo, lo que no se puede aceptar es que esto se
haga a costa de la verdad, la manipulación de los hechos, y por sobre todo, que
para su cometido se utilicen como medio de persuasión la mofa, los ataques
personales y raciales para desacreditar a quienes lo fundaron. Esta técnica
comunicacional lejos de lograr sus objetivos, origina sospechas sobre las
intenciones que se persiguen, lo que se esconde y… ¿por qué? despertando la
duda y el cuestionamiento sobre la veracidad de lo que se trata de comunicar
por quienes dicen tener toda y la absoluta verdad.
Para el
observador neutral o carente de pasiones sobre las discrepancias históricas
existentes entre el pueblo Mapuche y los estados chileno y argentino, les debe
ser curioso comprobar que se ataque a las autoridades mapuches, se ridiculice
sus ceremonias y se mofen del Rey Orélie Antoine para relatar un evento
histórico en un periodo tan crucial para el pueblo Mapuche. Esta noción se ve
reforzada, si se considera que, ante la opinión publica extranjera,
El
sostenimiento contemporáneo de esta campaña contra los soberanos, herederos del
Reinado -después de casi 150 años de su fundación- es un indicativo del
malestar que aun causa en ciertos círculos criollos su fundación y su actual
existencia en el exilio en Paris, Francia.
Me
parece importante dejar establecido que, en los momentos de la fundación de la
monarquía en el Wallmapu, la nación mapuche era independiente y soberana y,
como tal nuestras autoridades tenían el pleno derecho, de establecer libremente
el tipo de gobierno que entonces consideraron apropiado. La libre determinación
es un derecho básico de todos los pueblos que por derecho natural le son
inherentes, derechos que hoy le son reconocidos en las normas del Derecho
Internacional, en particular la Carta de las Naciones Unidas, los dos pactos
internacionales el de “ Derechos Económicos, Sociales y Culturales” ; el de
“Derechos Civiles y Políticos”, principios reforzados en la Declaración de las
Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, instrumentos
internacionales ratificados por Chile y Argentina.
Considerando
lo anterior, la fundación el 17 de noviembre de 1860 del Reino de Araucanía y
Patagonia por las autoridades máximas del pueblo Mapuche y el ciudadano
francés, naturalizado Mapuche Orélie Antoine, fue una decisión soberana de un
pueblo que entonces ejercía en su territorio, como cualquier otro pueblo, su
libre determinación. Las campaña publicitaria promovida por seudo
historiadores, escritores de obras teatrales y versiones cinematográficas que
trivializan el evento histórico y ponen en duda la legitimidad de su creación,
apuntan a negarle al mapuche el derecho a decidir sobre sus propios asuntos y
es lisa y llanamente una intromisión en los asuntos internos del pueblo
Mapuche.
Si
existiese un mínimo de respeto por los derechos del pueblo Mapuche, no seria
difícil reconocer que este evento histórico formaba parte de un proceso
sociopolítico de este pueblo, vinculado con las tradiciones culturales, cuyos
lideres buscaban reestructurar sus instituciones nacionales y administrativas
de gobierno, que en mi opinión fue una iniciativa totalmente racional por
quienes se preocupaban del futuro de su nación, la paz y el bienestar de la
población que representaban.
Fue también
una movida diplomática acertada, que de haber prosperado habría cambiado el
curso de nuestra historia, porque por primera vez las autoridades mapuches
llegaban a la conclusión sobre la necesidad de buscar apoyo y reconocimiento
internacional a su independencia por la que sus ancestros habían luchado,
adquirido y salvaguardado por siglos, haciendo respetar la frontera
establecida, mediante la negociación diplomática y el uso -en defensa propia-
de la fuerza militar. Por lo tanto la clasificación de “autonomista” a los
mapuches que hoy luchan por reconquistar los derechos de su pueblo, no les
debería sorprender a nadie, si se considera que su lucha se fundamenta en
eventos sólidos y principios independentistas forjados en batallas del pasado.
De
acuerdo a las memorias del Rey Orélie, los mapuches discutieron la opción si
crear un sistema de gobierno republicano o monárquico, inclinándose la moción
de crear una monarquía constitucional y parlamentaria, todo esto y después de
un periodo de consulta y deliberaciones en el Wallmapu promovido por los más
connotados lonko (jefes) de la época. El proceso de consulta concluyo el 17 de
noviembre de ese año (1860) después de una jornada de cuatro días de
actividades que consistía en la aprobación de una constitución, la realización
de un acto cívico-militar y la celebración de un Nguillatun, (ceremonia
religiosa) y, como es habitual en la tradición mapuche, el evento finalizaba
con una fiesta de convivencia en conmemoración de la fundación del Reino
Mapuche.
Mediante
un acto solemne lleno de simbolismo y en armonía según la ética y costumbre
ancestral, los mapuches por decisión unánime de sus máximas autoridades
civiles, militares y religiosas adoptaban un nuevo sistema administrativo de
gobierno y proclamaron a Orélie Antoine I, Rey del estado Mapuche. Con esta
movida política las autoridades mapuches inauguraban el inicio de una Monarquía
constitucional, hereditaria y parlamentaria lo suficientemente legal y
representativa que se prolonga hasta nuestros días al mando del Príncipe Felipe
de Araucanía y Patagonia.
De esta
forma el pueblo Mapuche modernizaba su organización social adaptándose a las
circunstancias del orden internacional establecido, despojando el camino de
obstáculos que hasta entonces la mantenía aislada del resto de las naciones
independientes de América Latina. Esto nos demuestra además que los lonko
reconocían la realidad que ningún sistema de gobierno –por muy avanzado que
sea- permanece estático en el tiempo, siendo esta iniciativa una evidencia que
admite que la población mapuche no estaba ni esta exenta de esa dinámica,
propia de pueblos socialmente organizados, cuyos líderes políticos tenían
visión de futuro.
Para
comprender el apoyo de la población mapuche a la creación de un sistema de
gobierno monárquico y del nombramiento de un Rey de origen extranjero, en mi
opinión hay que entender por lo menos cinco factores que permitieron la
conclusión de este acuerdo: el periodo histórico, la amenaza extranjera, el
sistema tradicional de organización social, el significado de las ceremonias y
la espiritualidad mapuche.
También
es importante considerar el carácter del Rey Orélie Antoine, simpático y
gentil, experto en derecho y la diplomacia occidental, cualidades que le
permitió una rápida inserción en la sociedad mapuche, ganándose la confianza de
la población y sus autoridades. El Rey Orélie Antoine denuncio públicamente
como ilegales las pretensiones del estado chileno, cuyas autoridades afirmaban
tener derechos de dominios, heredados de España, del territorio de la entonces
independiente nación Mapuche.
Los
alegatos entre el Rey Mapuche y los gobiernos de las nacientes republicas de
Chile y Argentina se intensificaron, después que el Rey Orélie fuera
secuestrado dentro del territorio Mapuche cerca de la frontera por un pelotón
del ejército chileno. Como se sabe las autoridades chilenas trataron de
juzgarlo en cortes que no tenían jurisdicción en la Araucanía y bajo leyes
inaplicables fuera de sus fronteras. Como mencionaba anteriormente la Corona de
España reconoció la independencia de la nación Mapuche el 6 de enero de 1641
mediante el tratado de Killen que estableció como frontera el río Bio-Bio,
frontera que fuera subsecuentemente ratificada por España a través de una
treintena de tratados bilaterales, frontera vigente al momento de la creación
del estado chileno en 1810.
El
secuestro del Rey Orélie fue un golpe publicitario adverso para la republica
chilena porque dejo establecido ante el mundo que la nación mapuche era
verdaderamente independiente, que existía una frontera y que su población era
libre y soberana porque ejercía su libre determinación. A la luz de los hechos,
quedaba demostrado que Chile no tenía bases jurídicas ni históricas para
reclamar herencia de territorios que España había reconcido independiente,
nunca ejercido soberanía y por lo tanto no tenía jurisdicción sobre ella.
Imposibilitado
de juzgar al Rey Orélie o asesinarlo físicamente (gracias a la intervención del
gobierno de Francia) los gobiernos de Chile y Argentina se embarcaron en una
furiosa campaña publicitaria encausada a asesinar su carácter. Lo tildaron de
loco y lo internaron en una casa de orates, antes de ser expulsado de Chile. Con
esta maniobra pretendían restarle importancia a la formación del Reinado
Mapuche al mismo tiempo que les servio para lanzar la campaña de descrédito
personal del Rey Orélie, afirmando y aun siguen sosteniendo, que la formación
del Reino de Araucanía y Patagonia fue la acción de un “aventurero excéntrico”
, de un “desequilibrado impostor” , “un aventurero loco” , que se “auto proclamo
Rey” , son solo algunas de las expresiones conque se le asocia o identifica en
la “historia oficial” de ambos estados.
Uno de
los relatos curiosos son la persistente alusión a las vestimentas del Rey
Orélie, el hecho que haya usado el makun (poncho) el trarilonko (cintillo), se
haya dejado crecer su cabellera al estilo mapuche y hablara el mapudugun el
idioma mapuche, fueron todos ingredientes considerado por el winka (no mapuche)
como gracioso o extraño y utilizados para ridiculizarlo, incitar la mofa e
ironía contra el soberano. Una sociedad fundada en valores culturales euro
centrista no podía aceptar que un europeo adquiriese aspectos de la “cultura de
los salvajes”, aludiendo que por el hecho de usar el poncho y el trarilonko
mapuche el Rey Orélie Antoine estaría incapacitado para dirigir el estado
mapuche.
El Rey
Orélie Antoine refiriéndose a la relación establecida con los lonko y el pueblo
Mapuche de las diferentes regiones del Wallmapu, en una de sus entrevistas
comentaba: “había aprendido su lengua y no ejercía nunca mi influencia si no
era por su bien. Es así como pronto mi imperio se estableció irresistiblemente
sobre ellos. Me querían. Gozaba de su absoluta confianza, pues no les había
engañado nunca, ni decepcionado. Pronto […] me proclamaron y me aclamaron como
su soberano…” . (1)
En
relación a las dudas creada por los portavoces o seudo historiadores de la
sociedad winka sobre una supuesta falta de coherencia por quienes se inclinaron
en crear un sistema de gobierno monárquico y no republicano, afirmando que es
un sistema antagónico a la organización tradicional de los mapuches. Esta
suposición es antojadiza y típica de quienes emiten juicios sin antes
informarse de nuestras tradiciones, costumbres y sistema de organización
social, pero que sin embargo por contar con el respaldo de los medios de
comunicación masivo, pasa a constituir la “versión oficial”, visión que
prevalece y se fomenta a través de los sistemas educacionales a toda la
sociedad, incluyendo a los propios mapuches forzados a formar parte. Sin
embargo, este argumento sobre un supuesto antagonismo entre ambos sistema de
organización social, no es tan correcto como veremos mas adelante.
Para
entender la lógica que motivó a las autoridades mapuches crear un sistema
monárquico y no republicano, hay que considerar los 324 años (1536-1860) de
interacción con la Corona de España, la Iglesia Católica y las republicas
emergente, periodo en que sin duda los mapuches se familiarizaron sobre la
cultura occidental y el funcionamiento del sistema monárquico. De tal forma que
la adopción de aspectos de la cultura occidental no debería asombrar a nadie,
siendo la decisión de elegir el sistema de gobierno que entonces se dieron, un
resultado de esa tendencia e interacción. También vale hacer notar que en ese
periodo el sistema de gobierno monárquico operaba en casi toda Europa, modelo
que hoy aun existe en un importante número de países de la Unión Europea.
Hay que
destacar además que durante esos siglos de inter-relación con España se
celebraron una treintena de tratados y parlamentos de diversas índole, durante
el cual hubo guerras pero también largos periodos de paz, en particular después
del tratado de Killen en 1641 que estableció la frontera entre la nación
Mapuche y los territorios administrados por España, lográndose desarrollar las
relaciones bilaterales a todo nivel; como se sabe existió un fluido intercambio
comercial, diplomático y de cooperación entre ambas naciones.
La
formalidad de las relaciones con España llegó a tal punto de desarrollo
lográndose que, en abril de 1774, según lo establece el “Acuerdo de Santiago”
la nación mapuche asigno 4 embajadores en la ciudad de Santiago, en
representación de los meli wixan-mapu o cuatro füthamapu; es decir un embajador
por cada región geográfica, que antes y durante el contacto con España,
mantenían un alto grado de autonomía regional dentro de la Araucanía y
Patagonia o Wallmapu como hoy se le conoce.
Como se
sabe, todo tratado internacional demanda obligaciones entre las partes
contratantes y, dentro de los compromisos contraídos por las autoridades
mapuches, incluía aceptar a los misioneros realizar su labor evangelizadora en
áreas específicamente indicadas por las autoridades mapuches y bajos su
protección. Como resultado de estos acuerdos la Iglesia estableció desde sus
comienzos algunas parroquias en la Araucanía, en efecto “los primeros
franciscanos llegaron a Penco el 9 de noviembre de 1553” (2). En los conventos
que se establecieron además de propagar la fe cristiana, eran para los mapuches
verdaderos centros de aprendizaje de la cultura occidental, se les enseñaba
leer y escribir el idioma castellano. Estos enclaves occidentales dentro del
territorio mapuche creo naturalmente el rose cultural con la elite mapuche ya
que a ella concurrían, además de los jóvenes lugareños, los hijos de los lonko,
permitiendo que muchos de ellos, además de aprender el idioma castellano, les
servia para ampliar sus conocimientos sobre el mundo occidental y europeo en
particular.
A esto
hay que sumar los enclaves establecido por España en algunos puntos
comercialmente estratégicos dentro del territorio Mapuche en beneficio mutuo y
naturalmente con el consentimiento de las autoridades mapuches, como lo fue el
puerto de Valdivia. Si se considera todos estos elementos, que demuestra la
fluida interacción social en la vida cotidiana y por los exponentes de ambas
culturas, destruye la versión de un gran número de autores winka que afirman
que los mapuches fueron “engañados por Orélie Antoine” , porque supuestamente
los mapuches no entendían la cultura occidental ni que consistía un gobierno
monárquico.
También
llama la atención el menosprecio que tienen estos mismos intérpretes de nuestra
historia, sobre la participación de las autoridades mapuche (lonko, machi,
toki, nge npiñ, werrken, weupife, etc. ) en la fundación del Reinado, los que
son vistos como meros espectadores del evento histórico. Con la exclusión de
los lonko en la formación del Reinado se busca justificar la noción (ampliamente
divulgada) que Orélie Antoine se habría “ auto proclamado” Rey de la Araucanía
y Patagonia. Por otra parte la ignorancia de los historiadores winka sobre la
estructura organizacional tradicional del pueblo mapuche y el significado de
sus asambleas y tradiciones, los relegan solo al uso de la artimaña
especulativa con un tinte de racismo, ironía, burla y falsedades sin límites.
El otro
elemento importante que también hay que considerar son algunas tradiciones
culturales que hoy los mapuches siguen manteniendo, como por ejemplo, los
cargos o títulos de los lonko (jefe local) que por lo general son hereditarios,
esta tradición no es muy diferente a los títulos de nobleza, tales como los
condes, marques, duques, etc. cuyos títulos, como sabemos, son hereditarios. A
esto hay que sumar que en tiempos de guerra el Consejo Nacional de Lonko
nombraba a un Toki (jefe supremo) el cual también era el jefe del Gobierno
cívico-militar que se organizaba, durante la permanencia del estado de guerra
existente en el país Mapuche.
Por su
parte, el papel del Machin (3) institución religiosa, integradas por las (los)
machi (guía espiritual) que, como la Iglesia Católica, ejercían indudable
influencia en la toma de decisiones y la conducción de políticas del Consejo
Nacional de Lonko, la profecía de las/los machi sobre la llegada al Wallmapu de
un kume fütha winka (hombre blanco honorable) que vendría a luchar hombro a
hombro junto con los mapuches para defender el Wallmapu, tuvo enorme influencia
en la aceptación de Orélie Antoine como el Fütha Apo Toki o Rey del pueblo
Mapuche.
Finalmente
también vale tomar en cuenta que la estructura de gobierno creada con la
formación del Reinado, no cambiaba mucho la estructura de la organización
social tradicional del pueblo Mapuche, por ejemplo el Fütha Toki paso a ser el
Rey, el Consejo de Fütha Lonko o (consejo de ancianos) en Consejo del Reino y
el Consejo Nacional de Lonko en Consejo de Estado y, algunos de los cuales
fueron asignados a ocupar diversas carteras ministeriales, mientras otros lonko
fueron nombrados generales pasando integrar el Consejo de Guerra, por su parte
el toki de entonces, en este caso el Toki Kilapan, fue nombrado Ministro y Jefe
del Consejo de Guerra.
Aquí
vale destacar que la formación del Reino de Araucanía y Patagonia fue
instituida por las mas connotadas autoridades del pueblo Mapuche de la época,
tales como los Lonko Mañil, Toki Kilapan, Lonko Montril, Lonko Quilahueque,
Lonko Calfuchan, Lonko Mariluan y las autoridades del Puelmapu encabezadas por
el lonko Kalfukura, todos ellos integrantes del Consejo de Guerra de la nación
mapuche, por lo tanto eran los responsables de estar al mando de las tropas del
estado Mapuche. Ellos mejor que nadie sabían de la amenaza omnipresente que
Chile y Argentina representaban para la seguridad e integridad nacional del
país Mapuche, situación que se podía palpar por la introducción de decretos
leyes simbólicos de carácter expansionistas, incursiones militares en la frontera
y los llamados de invasión por personeros de gobierno; a esto hay que
considerar el inbalance del poderío militar, la falta de reconocimiento a la
independencia mapuche por otros gobiernos y la inexistencia de relaciones con
otros estados.
Entonces,
si nos situamos en ese periodo histórico, la alta representatividad de las
autoridades mapuche en la fundación del Reinado es totalmente comprensible. Es
mas en mi opinión fue una decisión hábil porque dadas las condiciones existente
donde la amenaza a la paz era evidente, el sistema de gobierno que daba mayor
garantía de funcionamiento para conducir el país y manejar las relaciones
diplomáticas era el monárquico al mando de un europeo, que pudiese lograr el
reconocimiento internacional de nuestra independencia y apoyo militar para
defender la frontera, aspiración que nosotros los mapuches hoy deberíamos
aplaudir.
Para
comprender el derecho consuetudinario o costumbres de comportamientos de los
mapuches entre si y la sociedad, veamos algunos ejemplos: Durante la Guerra de
Arauco y una vez concluida la guerra, si el Toki sobrevivía físicamente la
guerra, su prestigio y su titulo no caducaba, las autoridades mapuches y la
población le seguían identificando como el Toki y automáticamente pasaba a
formar parte del Consejo de Ancianos y, el día de su muerte era enterrado con
todos los honores propios a su rango de Toki. En el caso de los lonko los
títulos son hereditarios, de acuerdo a esta tradición podemos afirmar que el
nombramiento de Orélie Antoine de Fütha Apo-Toki es el equivalente al titulo de
Rey con todas las facultades que ello significa y representa, en términos
europeo y universal, además de ser un titulo hereditario que por lo tanto
trasciende en el tiempo.
Otro de
los detalles importantes que los “expertos” de la Monarquía Mapuche ignoran son
el tipo y significado de las asambleas mapuche, el Fütha Koyog era un
parlamento o asamblea cívico-militar-religioso que tenia carácter sagrado, era
un evento solemne en la que se observaban procedimientos éticos de acuerdo a
las costumbres ceremoniales ancestrales propias de la cultura Mapuche y solo
era convocada por el Consejo Nacional de Lonko. La asistencia de los
representantes de todos los meli wixan mapu era obligatoria e inexcusable.
El
Consejo Nacional de Lonko, órgano supremo del pueblo Mapuche estaba integrado
por representante de los Meli Wixan-Mapu. Si uno de los wixan-mapu o Füthamapu
no concurría a la asamblea esta se realizaba de todas maneras y sus
resoluciones o dictámenes eran inapelables. Esto explica que los representantes
de un sector del Puelmapu que no llegaron a tiempo al acto de formación del
Reinado, hayan acatado, sin reserva, la decisión tomada en el Fütha Koyog de
noviembre de 1860 en representación de los Füthamapu presentes y que hayan
confirmado su adhesión (algunos días mas tarde) a los acuerdos tomados. Hay que
señalar que el Fütha Kollog solo se convocaba para tomar decisiones de carácter
nacional y sobre temas específicos, tales como para elegir o confirmar al Toki,
celebrar tratados, declarar la guerra o aprobar los términos de paz.
El otro
asunto que hay que considerar sobre la adhesión generalizada del mapuche al
proyecto monárquico, esta vinculada estrechamente con la espiritualidad
mapuche, es el papel que desempeñan las/los Machi (guía espiritual) en la vida
social y política a través de las diversas ceremonias tanto civiles como
militares que se desarrollaban y aun se desarrollan dentro del pueblo Mapuche. Existe
una gran cantidad de testimonios que señalan que los/las Machi habrían
anunciado el advenimiento de Orélie Antoine y la importante misión que iba a
desempeñar en la lucha del pueblo Mapuche, agregando con ello un elemento
místico a la asignación de Orélie Antoine al trono de Araucanía y Patagonia. La
profecía ( wuldugun ) es revelada durante la ceremonia Nguillatun (una de las
ceremonias religiosas mas solemnes del pueblo Mapuche) en el cual (el) o la
sacerdotisa ( p ewun-machi) durante la cúspide de la ceremonia es posesionada
por el espíritu ( pilly) y entra en trance ( küimi ), quien asistida por su
interprete ( ngechalmachife ) transmite la profecía sobre acaecimientos
relacionadas con la comunidad y el pueblo Mapuche.
Un
pueblo como lo es el mapuche profundamente creyente en la divinidad de los
espíritus, la fuerza de la naturaleza, la madre tierra y en Ngenechen (Dios),
el anuncio de las/los machi causo una gran expectación dentro del conjunto de
la sociedad mapuche, es por ello que podemos concluir y entender el porque de
la aceptación y el apoyo unánime que brindara el pueblo Mapuche a Orélie
Antoine y los lonko promotores del gobierno Monárquico.
Considerando
lo anterior podemos concluir que el nombramiento de Orélie Antoine como Rey de
la Araucanía y Patagonia cumplió con todos los procedimientos institucionales
normales y hasta espirituales de la nación Mapuche, enmarcado en la tradición
que forma parte del derecho consuetudinario del pueblo Mapuche y por lo tanto
del derecho internacional.
Si
consideramos todos estos elementos podemos razonar sin mayores reserva, que el
Reino de Araucanía y Patagonia fue legítimamente instituido y a pesar que para
algunos les resulte chocante, emergió de manera natural, esto justifica que por
casi un siglo y medio de su fundación siga vigente porque representa una
ordenanza histórica tomada con el consentimiento libre e informado de nuestras
autoridades ancestrales, previa a la anexión, división y reparto de nuestro
territorio por los países vecinos.
Es mas
el Reino de Araucanía y Patagonia no solo es una institución soberana,
legalmente constituida, sino también moralmente valida, porque es el resultado
de una decisión tomada por un pueblo que era libre y soberano que ejercía su
libre determinación, por lo tanto anterior al genocidio y la subyugación que el
pueblo mapuche fuera victima de parte de los estados chileno y argentino. Es
por ello que hoy puede con o sin el beneplácito de las autoridades chilenas o
argentinas, ser reactivada y reinstituida en el Wallmapu, dependiendo de
condiciones que den garantía de una decisión libre e informada, convenida por
las autoridades y dirigentes del pueblo Mapuche conjuntamente con la Casa Real
que encabeza el actual sucesor, el Príncipe Felipe de Araucanía y Patagonia.
Bibliografia:
Historia del Reino de Araucania – Una dinastía de príncipes
franceses en América Latina. Philippe, Príncipe de Araucania – El Dorado
Biblioteca Hispanoamericana.
Cuatrocientos Años de Misión entre Los Araucanos. (p. 56).
Albert Noggler (Capuchino). Editorial San Francisco, Padres Las Casas, Temuco,
Chile.
Mapuche Ayer - Hoy. Martin Alonqueo Piutrin. Editorial "San Francisco", Padre Las Casas - Chile. 1985